En este club de Geografía, no memorizamos capitales ni repetimos definiciones: contemplamos el mundo con ojos de asombro. Cada sesión es una invitación a descubrir la riqueza y diversidad del planeta que habitamos: sus paisajes, pueblos, costumbres, climas y maravillas. Aprendemos no por obligación, sino por afinidad, pues como enseñaba Charlotte Mason, “la tierra misma es un libro vivo”.
Guiados por libros vivos, mapas ilustrados, narraciones y observación directa, los niños forman una relación íntima con el mundo. Este club no busca producir expertos, sino almas despiertas y agradecidas por la belleza de la creación. Se trata de cultivar el sentido de lugar, pertenencia y admiración por el planeta que Dios ha diseñado con propósito.
Exploramos con humildad y alegría, desarrollando habilidades como la atención, la expresión y el juicio, y celebramos el aprendizaje como una experiencia completa del corazón, la mente y los sentidos.
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